Se sabe que, por efecto de la programación fetal,
el desarrollo no será el mismo para un individuo que es gestado en un ambiente con un adecuado aporte de nutrientes, que un feto en cual su madre está produciendo altas cantidades de leche o tiene una pobre nutrición.
La capacidad de una vaca gestar una cría está dada por la forma en la cual ella distribuye los nutrientes para sostener el desarrollo del feto y la producción de leche o su propio crecimiento (
Banos y col., 2007).
En las últimas décadas se ha incrementado la producción de leche por mejoras en la alimentación de las vacas y por selección genética de vacas mejores productoras que a su vez, dan una descendencia que logra superar la producción materna.
Las evidencias de este estudio podrían sugerir que
el aporte de nutrientes hacia el feto se ve más limitado en el caso de una vaca lactando en contraste con una vaquillona que continúa creciendo.
Probablemente, el hecho de que aquellas madres primíparas den una descendencia con una mejor producción se deba a que la gestación se desarrolla en un
ambiente uterino intacto, el cual no sufrió las injurias propias del parto incluyendo la potencial contaminación bacteriana.
Gonzalez-Recio y col. (2012) demostraron que
las hembras que fueron concebidas por vacas no lactantes tuvieron mayor vida útil que aquellas cuyas madres estaban lactando; además, la concentración de proteína y grasa en leche fue superior en las primogénitas.
Entonces
el estado fisiológico y metabólico que esté atravesando la vaca durante la gestación tiene una gran repercusión en la vida productiva de la cría.
La producción de las madres parece no ser tan importante en este sentido, como sí lo es
la cantidad de gestaciones previas y los días en leche en el cual se encuentran al momento de la concepción.
Puedes leer el artículo completo aquí: «Programación fetal en vacas lecheras»
Autores: Ayelén Chiarle, Mauricio J. Giuliodori, Alejandro E. Relling
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